miércoles, 24 de octubre de 2018

El contenido del libro.




El libro será un avatar 

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¿Qué tal la lectura en el facistol? ¿Cómo va? Es importante que combines la marcha por estos dos caminos, por estas dos formas de comunicar con la palabra. Ambas, sin embargo, coinciden en que se aprovechan las propiedades que el Aleph da a la palabra (y a todos lo fenómenos que en él residen) y transforman las prácticas que de este lado hacemos con la palabra hablada y con la escrita. Y verás también que por cada uno de estos dos caminos se busca una aproximación distinta, pero complementarias, al tema que nos reúne. Es importante que entrelaces los dos tratamientos para que juntos tengan más efecto. ¡Cuánto se ha hablado, y se habla, del destino del libro códice, en papel, en un mundo digital! Es la trinchera de la cultura escrita ante una palabra que se transmite y se sostiene en el éter digital. Se esgrimen todos los argumentos disponibles para mantenerse firme en la convicciones de su inmutabilidad. Desde grandes escritores hasta lectores fieles acarrean los sacos terreros de los argumentos. (Te adelanto, no interpretes por lo que te estoy diciendo una postura por mi parte negativa de esta resistencia, es solo crearte con ella un escenario de cierta tensión dramática: el final de una cultura y su resistencia heroica asediada por la barbarie tecnológica. Porque es que me parece que la tensión se exagera con esos tintes, así que por eso te lo presento así). 
Cierto que mirando alrededor no se ven más que desplomes por reblandecimiento de aquello que hasta ahora servía de soporte. La prensa escrita no se sostiene. (La carta, la postal prácticamente han desaparecido). Soportes no de papel, como cintas y discos, ya no se soportan. Incluso la comunicación por ondas, de la radio y la televisión, se han pasado parcial o totalmente, si quieren sobrevivir, al soporte de la Red, empaquetan sus efímeras emisiones en podcast, piezas de vídeos disponibles en su página web… El argumento principal para el libro es que supone una concreción de la cultura escrita particular, una experiencia cognitiva insustituible. Así que estamos asistiendo a la desaparición de gran número de artefactos, y sus prácticas, pero el artefacto de lectura libro sigue resistiéndose. ¿Hay que esperar el paso de una generación? ¿Es cuestión del empeño empresarial que no ve salida por otro camino? 
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¿Es el bastión, la máxima expresión, de la cultura, la materialización en un objeto de un valor supremo de cultura: tener libros, leer libros, ser escritor…? ¿Sigue siendo el lugar indiscutible de la palabra? Digo esto de lugar, porque otra cuestión que me preocupa mucho es cómo está afectando el mundo digital, la conexión continua… el espacio sin lugares del Aleph a los lugares tradicionales para actos culturales que hemos heredado: ¿pueden seguir atrayendo a gente para sus ceremonias culturales? Antes los lugares eran imprescindibles, su asistencia a ellos garantizaban que un acontecimiento quedara a tu alcance, es decir, que de algún modo pudieras intervenir en lo que acaezca en ese lugar. Repasemos lo que te acabo de decir. Empecemos por lo de imprescindible. La asistencia a un acontecimiento solo se podía, hasta que llegan los medios de comunicación que tenemos, con la presencia en el lugar del suceso, exclusividad, por tanto. Así que compensaba el esfuerzo del desplazamiento y el empleo de tiempo para ello. Una vez en el lugar, aparece la experiencia de la presencia, es decir, que lo que hay y sucede en ese lugar está a tu alcance. Recuerda cómo hablamos de que esa intervención no es solo la de la manipulación (tocar, alterar objetos), sino que el hecho de mirar es una forma de intervención muy potente, inmersiva, porque proporciona como resultado de la sucesión de miradas un discurso personal, intransferible, de lo que allí sucede. Naturalmente, las palabras, los aplausos, los silencios son otras formas de intervención, dependiendo de lo que allí suceda (el silencio en un concierto de música clásica; los gritos y aplausos en uno de rock…). Pues bien, cuando ya somos seres protéticos, y nuestra capacidad de presencia ya no se reduce a la asistencia a un lugar, sino que disponemos de un espacio como el Aleph, ¿tiene la misma justificación, el mismo atractivo, desplazarse a un lugar para asistir a un acto? 



Resultado de imagen de LIBROS Y MNEMOTECNIALos lugares comienzan a tener competencia por las primeras experiencias que vamos teniendo de sentir la presencia en un espacio sin lugares. Resultado de esta competencia, como en cualquier otro caso, es la necesidad de intensificar la función que desarrollan. De no ser así, de no poder, la ruina del lugar llegará tarde o temprano. En consecuencia, hay que intensificar aquello que siga siendo imprescindible e inencontrable fuera del lugar. Desde luego, la mortalidad será alta pues determinados actos y lugares no podrán salvar su función. Con mis alumnos del Máster en Gestión Cultural, de la Universidad Carlos III de Madrid, realizo todos los años una práctica consistente en que, divididos en grupos de siete, organicen desde cero un acto cultural. Elección del lugar, del tema y de la persona o personas que intervengan, de la puesta en escena y del formato, duración, hibridación entre el lugar físico y el de la Red, análisis de asistencia, de participación… Una manera de ver los desafíos que hoy tienen los lugares culturales para conseguir su reinterpretación. Pues bien, ese lugar secular de las palabras que es el libro no se libra, ni mucho menos, de la influencia del Aleph. ¿Puede seguir sirviendo como transporte y preservación de la palabra? Es que ha emergido otro medio, que no es el aire ni tampoco el papel (u otro soporte similar), que es el éter digital. Y ahí estamos, por competencia, realizando cada vez más nuestros procesos de comunicación y memoria. 
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 Te pongo en este escenario posible, aunque de principio parezca absurdo: ¿podría el éter digital acabar con la comunicación oral y con la escrita? Supongamos que desaparecieran los actos de concentración de las personas para hablar y escuchar, que los traductores de idiomas hayan alcanzado una capacidad suficiente para que cada persona hablara en su lengua materna pero que la otra persona le escuchara traducida a la suya, que la mediación del éter digital fuera tan intensa y estuviera tan presente en nuestras relaciones que nuestra palabra sonora saliera de nuestra boca y recorriera una brevísima distancia a nuestro micrófono para hacerse ya ristras de ceros y unos y llegar así al auricular de la otra persona. Un proceso de comunicación oral casi sin mediación del aire. Es más, por el reconocimiento de gestos podríamos transmitir nuestras palabras (en lugares concurridos o ruidosos) sin necesidad de sonidos, con el solo movimiento de los labios, un enmudecimiento que me recuerda el abandono de la lectura personal en voz alta que dejó paso a la lectura en silencio moviendo tan solo los labios y finalmente sin movimiento alguno. Naturalmente, la palabra oral no desaparecería, pero su presencia en el aire se reduciría extraordinariamente. (Habría gente aficionada a reunirse para escuchar la voz natural, solo la transportada por el aire y sin mediación del éter, por tanto, con unas calidades naturales que apreciarían poder detectar). 


Resultado de imagen de LIBROS Y ESCRITURAY con respecto a la escritura sobre papel, es más fácil imaginar que la palabra escrita sería virtual, especular, solo tras el cristal de una pantalla, ni trazada con tinta, ni impresa ni grabada, tan solo sostenida en la pantalla durante el tiempo de su aparición, luego las letras se desvanecían en ristras de ceros y unos. Ningún otro soporte para transportarla ni para preservarla, solo flotando en el éter digital, a la espera de la invocación de un lector para que la palabra tomara la forma de las letras, brevemente, al otro lado del espejo. ¿Qué te parece este escenario para la oralidad y la escritura? Esta segunda posibilidad de la escritura sobre soportes como el papel, puede resultar más imaginable pues se manifiesta cada vez más en nuestro actual entorno. ¿La desaparición total del papel, o soporte parecido, para la huella de la palabra? No te resistas, acepta que sí. Ya veremos qué pasa. Es aceptar que el Aleph es también un agujero negro que absorbe todo el mundo físico, todos los objetos analógicos —¿a nosotros?— y los desmenuza en ceros y unos intangibles. 

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Resultado de imagen de LIBROS Y ESCRITURALo que sí sabemos ya es, por lo que venimos hablando, que ahí hay un mundo virtual. ¡Un mundo virtual! ¿Con esto quiero indicar que hay junto a nosotros un mundo especular, tan próximo, con otras propiedades, intangible, y nosotros continuamente mirando a un lado u otro del espejo: ahora el mundo que nos rodea, que tocamos, que pesa, que se rompe, que tiene lugares y distancias… y enseguida, al otro lado, un mundo con propiedades muy distintas, maravillosas para nuestros esfuerzos y limitaciones que tenemos aquí y de las que nos liberamos ahí, al otro lado del espejo. Así que hay una constante resonancia entre uno y otro lado: realidad-virtualidad. ¿Es eso solo (¡caramba, ya es bastante!) lo que nos guarda el Aleph? No, hay más, mucho más. Y es que virtual no supone solo apariencia, especularidad, ilusión: mira estoy ahí, al otro lado del espejo, pero no soy yo; y esta silla, los mismo, idéntica a la que me siento aquí, pero no es real, no está hecha de madera ahí, al otro lado. Unos mundos paralelos, tan próximos como queramos pero separados por una frontera como la del cristal del espejo, la del sueño y la vigilia, la del pasado y el presente, o la del cuerpo mortal en esta tierra y el espíritu eterno en ese más allá. Resultado de imagen de LIBROS Y ESCRITURAVirtual significa también potencia. Virtual contiene los posibles de algo. Una inmensa capacidad de creación contenida. Virtual es la nada cuántica de la que brota el universo o los multiversos. Virtual es el genoma, que contiene la capacidad de crear con proteínas los cuerpos que pueblan el mundo vivo, inagotables los posibles que contiene y que van emergiendo sin cesar. Evolución. Virtual es la cultura que mediante conexiones y recombinaciones sin cesar de las neuronas (sinapsis) y de las conexiones entre los cerebros (comunicación) genera materialidades como el ecosistema artificial, los artefactos y todo tipo de acciones que se realizan sobre el entorno natural. Y virtual es el Aleph, resultado de la conexión de máquinas, de los seres humanos… de cuerpos, cerebros y artefactos. Bien, pues este mundo virtual del Aleph, ¿qué realidad genera? Observa una aparición reciente en nuestras vidas; posiblemente no las hayas visto aún, pero sí que has oído hablar de ellas: las impresoras 3D. Unas máquinas que a partir de un software (recuerda: ceros y unos; algoritmos) generan objetos. Y esos objetos pueden ser desde las piezas para la construcción de un puente, de un edificio, hasta órganos humanos. Resultado de imagen de LIBROS Y ESCRITURATodo lo real que tenemos es susceptible de “concebirse” en el espacio virtual y en su momento tomar cuerpo, materialidad, y ocupar un lugar y una función en nuestro entorno. ¿Te das cuenta de la trascendencia de este flujo? Desde el punto de vista industrial las consecuencias son ya evidentes, pues el sistema de cadena de producción y de stock y distribución se revuelven por completo. Figúrate el escenario: en vez de fábricas de producción y montaje, impresoras 3D específicas para determinadas creaciones distribuidas por el mundo. En el Aleph están los objetos virtuales, concebidos, diseñados, con algo tan intangible como los algoritmos. Llegada la necesidad se “imprimen”, se materializan, en el lugar donde se vaya a instalar (¿un trasplante, un puente…?). La materia entra, como arcilla húmeda, en el proceso de producción. Esta materia recibe el soplo si no divino, sí virtual, de ceros y unos, que la convierten en materiales, en piezas, en objetos ya montados, dispuestos para que tengan su lugar. Una de esas máquinas de materializar estará en un hospital y otra, al pie de una obra de construcción viaria. Pues bien, ¿qué es un avatar? La encarnación de un ser divino en un ser vivo (humano, animal, vegetal…), el paso del mundo virtual de los espíritus, de las divinidades, al terrenal. Es entonces cuando lo virtual tiene lugar. Y fíjate que en nuestra lengua “tener lugar” significa que algo se realiza, se produce, que algo se hace realidad. Estamos hablando de puentes y de órganos… ¿y por qué no de otro objeto que es el libro códice? Resultado de imagen de LIBROS Y ESCRITURA¿Que el libro sea virtual, esté concebido en el Aleph, y que se materialice en papel cuando lo invoque un lector? Actualmente ya tenemos la impresión bajo demanda: el ejemplar del libro se materializa cuando hay una solicitud. No es difícil que las impresoras 3D de libros realicen todo el proceso desde la creación de la hoja de papel o material similar. Pasta, tintas, cola, palabras, diseño… El autor, el artesano, el editor… Mi libro reciente, «La Red es un bosque», se distribuye por toda Iberoamérica y España desde distintos puntos de impresión bajo demanda para que en un plazo máximo de 72 horas llegue a su destinatario. Así que tendríamos el libro avatar como una forma de continuación junto a nosotros del libro de papel. Ya sin la función de transporte ni de preservación de la palabra, pues está en el Aleph, pero sí como artefacto de lectura para un determinado tipo de texto, para experimentar una forma de lectura, para mantener sensaciones distintas visuales, táctiles, sinestésicas… como objeto valioso en donde la palabra se materializa en este ingenio secular. Esto supone que es difícil imaginar que no haya entonces una reducción considerable de producción de títulos, porque el texto que antes no tenía otro camino de preservación y transporte que el libro se adaptará al medio que amplifica algunos —solo algunos— objetivos de la escritura. Pero que para ciertos propósitos de un texto escrito quedarán satisfechos con otros medios y formatos… y nuevos hábitos lectores. Para otros textos, desde luego los que ya fueron escritos para que los contuviera un libro, no tendrían que perder, si el lector lo reclama, su destino final en el papel. Resultado de imagen de LIBROS Y ESCRITURAAsí que se creará su avatar para que encuentre su lugar en las manos de un lector y entre los objetos de su entorno. ¿Y aquellos que deciden no tener lugar? Se quedarán al otro lado del espejo. Como imagen especular del libro en papel que no han querido ser (o, mejor, que no le han dejado ser el editor o el lector). Pero, antes de que hablemos del libro en el espejo, quiero añadir una reflexión acerca del libro avatar. La biblioteca universal estaría entonces en el Aleph; una biblioteca, a diferencia de la de Babel, sin el peso de los volúmenes y sin los renglones de los estantes. ¿Ésta sería, entonces, una de las interpretaciones de la «biblioteca vacía»?
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El libro en el espejo


Bueno, vamos ya al libro en el espejo. Es un libro con páginas, pero sin hojas. Así que no se lee hojeando, sino rozando la superficie del espejo. Disfruta de todas las propiedades que proporciona el Aleph. Así que ese estado virtual del libro resulta en muchos sentidos tentador, aunque, naturalmente, pierde sensaciones y ergonomía propias del volumen en papel. Que el espacio de lectura sea la pantalla y no la página (aunque la simule) ofrece también posibilidades de lectura como tamaño variable de la letra, diccionario, anotaciones… que también se aprecian en el otro platillo de la balanza. Pero el libro en el espejo guarda un reactivo muy importante: ¿en las condiciones del Aleph es apropiado seguir haciendo libros como si fueran de papel? ¿Los textos se concebirán y compondrán para ser confinados en un libro de papel o para una práctica de lectura distinta, que es la que impone la pantalla, el artefacto de lectura? Y es más, ¿con una escritura como la destinada al papel se aprovechan todas las posibilidades expresivas que proporciona la escritura digital? La dosificación del texto y los formatos ¿van a seguir siendo los mismos? Estas cuestiones refuerzan más el concepto de libro en el espejo, porque si hay una imagen especular es que hay enfrente, al otro lado del espejo, el objeto reflejado. Por tanto, el libro virtual tiene sentido si tiene su correspondencia con un libro en papel, bien porque originalmente el texto se escribió (o se compuso) para viajar en el tiempo y en el espacio confinado en un libro códice o bien porque se ha escrito recientemente para un lado y otro del espejo. Pero si se escribe para que la palabra permanezca siempre en el Aleph, y no tenga su avatar en un volumen de papel, es difícil que el autor se resista a buscar y ensayar formas distintas de componer el texto, de dosificarlo, de acuerdo a las condiciones que tiene su escritura y también la disposición igualmente distinta del lector. Resultado de imagen de LIBROS Y ESCRITURADe ahí que es esperable que el alejamiento de las formas librescas vaya creciendo a partir de lo que ya observamos ahora. ¿Por dónde irán? Quizá sería oportuno que volviéramos a recordar que en estos momentos la palabra tiene tres medios para instalarse. El del aire, el del papel y el del éter. Ondas, trazos y ristras. Y como hemos visto, los tres no son independientes sino que se interrelacionan. Las ondas de aire (pronunciadas por el emisor) pasan a ristras en el éter, adquieren otras capacidades, y terminan de nuevo en el aire (las escucha el receptor) o en forma de trazos bien de tinta o de píxeles (las lee el receptor en un papel o en la pantalla). (Sí, leerlas es también posible pues un reconocedor de voz —como tienes, por ejemplo, para dictar mensajes de WhatsApp— realizan esta tarea de conversión de la palabra hablada a la escrita). Y lo mismo si partimos de la escritura. Nosotros no vemos ni oímos en el éter, así que tiene que salir de ese medio para que sea sensible por uno de nuestros sentidos: ¿sosteniendo la palabra unos segundos en un mosaico de píxeles luminosos?, ¿haciendo vibrar el aire en el que estamos inmersos para que llegue a nuestro oído?, ¿entintando un papel? Pero el tránsito de la palabra por el éter o su instalación ahí proporciona unas posibilidades a la palabra que no se pueden ignorar. De ahí que conduzcamos cada vez más nuestra comunicación por el éter. No te extrañes si te digo que incluso una comunicación tan próxima como la de hablar cara a cara podrá estar mediada por el éter. ¡Pero cómo! —dirás—. Resultado de imagen de LIBROS Y ESCRITURA¡Absurdo, empobrecedor! ¡Acabar así con la comunicación natural primigenia! Pues no, esas dos personas conversando, o tantas como quieras reunir en un lugar, estarán hablando cada una en su lengua, en su lengua materna, independientemente de que sea una lengua poderosa (dominante) o minoritaria, ninguna inferior, toda lengua tiene la memoria milenaria de sus hablantes. Una joya cultural. Y hacer hablar a otra persona en otra lengua, por eso de que represente al poder del momento, es siempre una forma de dominación, de tremenda desigualdad, porque no se podrá expresar (razones, emociones, precisiones) con igual capacidad que el dominador. El Aleph también nos trae el fin de Babel y una ayuda al mantenimiento de la diversidad lingüística. Esa persona, hablando en la lengua que comenzó a escuchar en el seno materno, al atravesar sus palabras el éter digital se convertirán a la lengua de quien tiene delante. Así que no te extrañe que veamos pronto esta escena, porque el reconocimiento de voz es, como puedes comprobar en los asistentes de voz, cada vez más precisos e igualmente los traductores automáticos. Lo que pasa es que ponemos continuamente límites a nuestro viaje y nos decimos: sí, en efecto, hasta aquí hemos llegado y el recorrido ha sido asombroso, pero más allá…, esto que se vislumbra es espejismo, inalcanzable. Es el síndrome de la estación terminal, el creer que ya hemos llegado a ella cuando en realidad es un apeadero. El Aleph sabrá todas las lenguas y será nuestro intérprete inseparable
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Una biblioteca vacía para que la palabra reverbere


Si el Aleph nos da esta proximidad extrema hasta el punto de no haber distancias entre nosotros ¿cómo nos comunicaremos? Las ballenas jorobadas y el astronauta ya nos han dado un aviso: si no hay que transportar la palabra, ¿tienen sentido contenedores de tanto volumen? ¿Habrá que dosificarla de otra manera? Si estás tan próximo al que habla, teniendo la presencia propia de quienes están en el mismo lugar, ¿no hay la tentación de intervenir, de conversar, de construir juntos el discurso? ¿El éter digital será un medio más propicio para la conversación, para el discurso dialógico? Si la prensa periódica posibilitó una narración por entregas, folletines, pues la impresión era diaria, y en el fondo aproximaba al escritor con el lector, ¿no cuajarán y se explorarán formas de entregas periódicas de narraciones, de discursos en general, como ya estamos viendo? A esa dosificación me refiero, tanto para la temporal como para la extensión del discurso. El Aleph y su éter empujan, y resulta difícil resistirse, a pensar en un espacio y un medio propicios para que la comunicación dominante sea la conversacional. Porque el espacio no tiene distancias y en el medio, en el éter, las palabras se sostienen como las sonoras durante un tiempo, aunque luego se sedimentan y no se atenúan, hasta su desaparición, como les sucede a las ondas de aire. ¿No es esperable que si hay esta proximidad entre nosotros, esta sensación de presencia, y una permanencia efímera de la palabra, tendamos hacia fórmulas propias de la oralidad? Los diálogos, las entregas, las glosas… (glosar es la fórmula conversacional que tiene el libro). Si estas formas clásicas se reinterpretan en las nuevas condiciones de comunicación, ¿qué podremos obtener? La palabra en el éter está sostenida y tiende, si no se agita, a sedimentarse. Por tanto, me pregunto, te pregunto, ¿no sería bueno que resonara para que se mantuviera más tiempo en esa agitación, que –recuerda- he llamado browniana, por el parecido que tiene al de las moléculas de un fluido? Una biblioteca, entonces, podría tener entre sus cometidos que, como en una gran estancia vacía, reverberaran en ella las palabras y, por consiguiente, se mantuvieran más tiempo suspendidas en el éter. O bien que removiera la palabra sedimentada para que, agitada, volviera a revolotear por el éter. Resultado de imagen de LIBROS Y ESCRITURAEsto que te digo en clave metafórica se traduciría en una actividad basada en las posibilidades que ofrecen las redes sociales de “hacerse eco”, que en las redes es retuitear (y no solo en la red concreta de donde viene el nombre, Twitter), para que las palabras, por esa acción, sigan sostenidas en el éter. Esta técnica de resonancia habría que desarrollarla mucho más de lo que ahora ya se hace. Pero si nos detenemos un momento vemos que hay un campo por ensayar muy prometedor más allá de las prácticas al uso. De igual modo la glosa se puede reinterpretar en la situación de un texto digital: se pueden hacer subrayados inteligentes y oportunos o anotaciones al margen aunque sea un texto sin hojas y, por tanto, sin espacios en blanco. Esos subrayados y anotaciones tomarían la forma de tuits o de post en las redes sociales enlazados a ese texto. Como te digo, habría que trabajar y ensayar mucho este uso para “dar vuelo” a lo que en el éter tiende a sedimentarse. Y las bibliotecas acrecentarían esta función de resonancia de la palabra digital. Veo así ya no libros ordenados en estanterías, sino una estancia vacía, para que sirva de caja de resonancia, en donde palabras de esos textos, notas en sus márgenes, reverberen o, también, como nube de polvo de ceros y unos, agitado para que no se deposite en los libros… digitales: otra forma, distinta a los de papel, para que no tomen polvo. Por tanto, me imagino las bibliotecas vacías con una intensa, experta y sistemática actividad de selección de obras, de subrayados para que reverberen en el éter. Resultado de imagen de LIBROS Y ESCRITURAUn espacio vacío, pero sonoro, con mucha resonancia, rumoroso por la cantidad de palabras que se sostienen por la agitación de sus reverberaciones y que si las atiendes te lleva a un texto depositado que espera ser leído o escuchado. Esa interpretación cinética de la biblioteca me parece que, además de lo que ya se está tanteando, puede responder a la cuadratura del círculo que supone hablar de biblioteca en el Aleph
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¿Qué hacemos con el móvil, con el celular?


Resultado de imagen de MOVILCuando asistimos a este proceso de miniaturización fabulosa que nos ha llevado desde una máquina ocupando toda una habitación a una pequeña pastilla, que llamamos móvil, celular, smartphone… prótesis (como venimos denominándola en estas charlas), uno se plantea cuál será el límite de esa miniaturización. La miniaturización es el resultado de la relación entre prestaciones del artefacto y volumen que ocupa. Y en este desarrollo de poco más de setenta años lo más sorprendente no es ver la impresionante reducción del volumen, sino el aumento arrollador de capacidades, de potencia del artefacto. ¿Que cuál es el límite de esta miniaturización? Bueno, ya se ha adherido a nuestro cuerpo, de manera que poco o nada a lo largo de las veinticuatro horas del día nos separamos de él, pues incluso cuando dormimos está vigilante para avisarnos de que es la hora de levantarse. Posiblemente la evolución de esta miniaturización lleve a que pase de estar adherido a estar incorporado, es decir, de alguna manera y en algún lugar de nuestro cuerpo implantado. Imagen relacionadaPero no quiero llegar a ese punto de la evolución, porque antes hay una encrucijada en la que quiero que te fijes. Por adherida que tengamos esta prótesis observamos, sin embargo, que resulta perturbadora por su colocación entre nosotros y el entorno. Se produce, por tanto, una interferencia constante en nuestra relación con el mundo que nos rodea, un mundo de personas, de objetos, de actividades… Para prácticamente todas las acciones que realizamos con esta prótesis, el artefacto lo ponemos delante de nuestros ojos y lo manipulamos. Se interrumpe así la relación directa con el lugar en el que estamos y con las personas ante las que estamos. Se mantiene solo una visión periférica de lo que sucede fuera del pequeño marco de la pantalla y un sonido de fondo. Esta interferencia tan repetida produce problemas que van desde la incomodidad e incluso enfado de las personas del entorno, por sentirse extrañadas, tratadas, por tanto, con cierta desconsideración, hasta riesgos de accidentes por perdida de atención del entorno, pasando por cuestiones puramente de educación. Sí, en efecto, es un instrumento muy pequeño, pero tan atractor de atención casi constante, y que por atenderlo se interpone entre nosotros y el entorno, se apodera de nuestros ojos y de nuestras manos, partes fundamentales para instalarnos en nuestro entorno, para movernos por él, para intervenir en él. Resultado de imagen de MOVILNo es difícil suponer que, como prótesis adherida a nuestra vida, a nuestro cuerpo, es difícil que pueda miniaturizarse más sin producir problemas de ergonomía. Por eso la evolución que sospecho es que lo que hoy es un único artefacto tome tres caminos. Vamos a verlos. Uno de ellos es, paradójicamente, aproximarlo más a nuestros ojos, tanto que se puede montar en otro artilugio y constituya una escafandra, como unas gafas de bucear. Es lo que ya tenemos ahora para experiencias de Realidad Virtual con el móvil. Grabaciones de 360° ya pueden producir la primera experiencia inmersiva de la Realidad Virtual. Puestas las gafas, la imagen de lo capturado es una esfera que te envuelve y basta con mover la cabeza para explorar todo el entorno virtual. Estas escafandras para la inmersión en una realidad virtual vamos a decir que engañan –aunque no me parece muy apropiada la palabra- el sentido de la vista, anulando la visión del entorno que pisas y sustituyéndolo por el virtual, pero también se cancela el sonido ambiente por otro acorde con lo que se está viendo. De igual modo esta sensación de inmersión se acrecienta si es posible la interacción con los objetos virtuales… Y así sucesivamente hasta que todas las entradas de los sentidos quedan cortocircuitadas. Resultado de imagen de MOVILPero no quiero llegar a estos extremos de inmersión. Necesito solo que te fijes en una escafandra, como ya hay las que te proporcionan una inmersión visual y sonora, sin más. Estamos así recreando la emoción de la sala de cine; una vivencia que, si no se es muy joven, se tiene. La emoción de la sala de cine es que entras en ella, se apagan las luces, empiezan a brotar imágenes en la pantalla, imágenes que traen condensadas un rayo de luz que atraviesa la oscuridad, y el sonido te envuelve. El mundo exterior, y no solo el de las calles, el de los coches y el de lluvia, sino también el de tus afanes y preocupaciones, se esfuma. Y cuando finaliza la proyección, se encienden las luces, y se abren las puertas de salida, nos encontramos de golpe con una realidad que habíamos olvidado: llueve, tengo que hacer aún los deberes… sensaciones de mi niñez en la ciudad de Vigo. La experiencia de inmersión, casi de traslación, es muy intensa y creo que muchos guardamos muy vívidas esas impresiones. Son tentadoras estas experiencias y de ahí que la Realidad Virtual vaya a ser una actividad muy atrayente, no solo para mundos de ficción, sino también para ingresar en entornos del momento como puede ser un suceso, un lugar del mundo… El reportaje que hasta ahora se ha canalizado por la palabra escrita, la fotografía, el vídeo, se ampliará con registros en 360° del lugar, de la situación. Y así, además de la impresión de la inmersión, se consigue que –como te decía en otro momento- no te limites a ver lo que el autor mira (fotografías, planos…) sino que tú puedas también explorar con tu mirada aquello que te rodea. Resultado de imagen de LIBROS Y ESCRITURALa sensación de presencia se intensifica. Un segundo camino que recorreremos es que el mundo virtual no nos envuelva, sino que se superponga, con mayor o menor grado de transparencia, sobre el entorno real. Lo virtual en este caso busca hacerse un hueco entre los objetos del mundo real. De ahí el nombre de Realidad Aumentada. Son ilimitados el número y las formas de instalarse lo virtual en nuestro entorno. Desde una cartela que sustituye a la material a pie de un cuadro, o la superposición de su descripción señalando sus detalles, hasta un edificio virtual en el solar donde se va a construir. El artefacto hasta ahora para esta Realidad Aumentada es con frecuencia el mismo móvil, pero no es más que una transición, por no ser ergonómico por tener que interponerlo, como visor, serán una gafas (al estilo de las fallidas Google Glass o quizá unas lentillas). Piensa que ahora estamos en busca del concepto de una interfaz para la Realidad Aumentada como hace poco más de una década lo hacíamos con el smartphone. Pues, te recuerdo, que es importante distinguir la invenciones de los conceptos, ya que pueden estar disponibles las invenciones y faltar aun el concepto, y, a la inversa, que haya un concepto en busca de ser insuflado en unas invenciones que faltan. Resultado de imagen de LIBROS Y ESCRITURANo sé si habrás leído ya en el facistol la referencia que hago allí al caso del mouse y de las ventanas: estaban ya inventados, depositados en la Rank Xerox, pero faltaba el concepto, el que dará el Macintosh y la transformación general de la relación de los usuarios con el computador. Bien, y el tercer camino te podrá parecer más simple al lado de los otros dos tan trastornadores. Pero yo lo veo muy importante por las transformaciones a la que nos puede llevar

Oralidad


Estamos viendo cómo la contracción tan espectacular que nos ha proporcionado esa prótesis que se ha adherido a nosotros, supone, a pesar de su miniaturización, una perturbadora interferencia, pues se coloca entre nosotros y el entorno. Además, resulta un extraordinario atractor, un agujero negro, de objetos y actividades que se transforman en aplicaciones (app). Pero no solo eso sino que también apresa nuestras manos y nuestros ojos. La mirada tiene que estar pendiente de la pequeña, pero exigente, pantalla, pues la información llega sin cesar por ahí, y, además, nuestros dedos tienen que intervenir también constantemente sobre la lámina sensible de la pantalla para la interacción. Resultado de imagen de MOVILEs demasiada privación del entorno para atender el funcionamiento incansable de esta prótesis. ¿No crees? ¿Puede seguir esta absorción de la atención en unos centímetros cuadrados de esta lámina? De ahí que estemos hablando de una transformación, que ahora nos parece increíble, por el protagonismo que tiene el celular, el móvil, que lleve a su desaparición o, mejor, la palabra sería superación. Y que el proceso de esta superación sea el desarrollo de tres caminos, actualmente, solo iniciados, pero parece que prometedores: la Realidad Virtual, la Realidad Aumentada y… la oralidad. Este tercer camino es el que nos queda por ver y, en mi opinión, puede ser el que más influencia tenga en la transición de la cultura escrita a la cultura digital. Vamos a ver: A diferencia de la comunicación visual, que te exige concentrar la mirada en una pantalla, y, como consecuencia, el resto del entorno queda en una especie de halo o visión periférica, el sonido no interfiere la visión del lugar (ni tampoco, necesariamente, el sonido que haya en ese lugar, el sonido ambiente). Por otro lado, las manos apresadas por la interacción con el móvil, quedan liberadas para los otros objetos del entorno, pues ya la comunicación con el artefacto se hace de palabra y no tocándolo. Ya tenemos los asistentes de voz (yo utilizo Siri) y su diversificación y perfeccionamiento (se llaman bots) es ya un fenómeno explosivo. Fíjate la importancia que tiene este desarrollo: Hasta ahora, nos hemos relacionado con el entorno, el de los objetos inertes y el animal, a través de la manipulación, es decir, a través de un contacto que exigía nuestras manos y nuestra destreza, nuestra fuerza… Desde la palanca a las bridas. Utilizamos las manos, amplificadas en ocasiones con instrumentos, para la interacción con los objetos, las máquinas, los animales. Resultado de imagen de LIBROS Y ESCRITURALa interacción con las ondas de aire de la palabra no ha sido posible para los objetos inertes y solo el grito o ruido ha servido para los animales. Pero ahora nos comunicamos de palabra con el artefacto que hasta el momento necesitaba también los dedos para el teclado o para rozar su pantalla. Este avance en la interacción deja despejada la relación con el lugar en que estemos, no hay interferencias, nuestras manos y nuestros ojos no tienen que desprenderse del entorno para atender el artefacto, el móvil, que los requiere constantemente. Ves que en este curso MOOC he optado por la palabra hablada a tu lado, sin interferir con el lugar en el que estés. Fíjate que he dicho “a tu lado”. La mayor proximidad que se da con una persona que habla no es cuando está frente a ti, sino cuando está junto a ti. Por ejemplo, al caminar con una persona al lado, si tienes confianza, proximidad con ella, no la miras… compartes con ella la misma visión de lo que tenéis delante. Pero, si no hay esa confianza, procuras mirarla cada cierto tiempo, es decir, ponerla frente a ti, marcar una distancia que casi siempre significa respeto o al menos consideración hacia la otra persona o, también, si la otra persona habla y tú la miras supone la existencia de alguna manifestación de superioridad en la persona que habla. Resultado de imagen de MOVILApuesto por una reinterpretación de la oralidad en la cultura digital. Y, dentro de este amplísimo movimiento sonoro, es posible que la lectura en voz alta, escuchar los textos escritos, como digo, se reinterprete. ¿Los lectores en voz alta de textos de todas la épocas devolverán el sonido que la palabra escrita contuvo cuando se hizo trazos? ¿Dar voz a los textos será labor de las bibliotecas, como fue en un principio hacer copias? ¿La lectura sonora será un acontecimiento de las bibliotecas, aunque no tenga lugar? ¿La biblioteca será un espacio con cuidada sonoridad (valga la metáfora)? ¿Escucharemos lecturas de textos, en cualquier lugar (paseando, acostados, sentados y con la mirada perdida por el entorno…), y lo haremos con la ayuda de un bot, de un asistente de voz (podríamos adelantarnos a llamarlo lectobot)? Y a él le pediríamos que fuera a un lugar u otro del texto, que buscara tal momento, que se volviera a repetir una parte de la lectura, que subrayara esta frase, que anotara al margen, le preguntaríamos que qué significa esta palabra… toda esa interacción que se da con las manos en un libro y, también, la interacción que puede darse entre el que escucha la lectura de un libro y quien lo lee. ¿Se contarán así las nuevas historias, para que sean escuchadas y, también, interrogadas (como hacen los niños entusiasmados por el relato cuando lo escuchan)? ¿Se consultará, con la mediación de un lectobot, detalles de la información de un libro, es decir, preguntando y no hojeando? En el libro mío, del que te he hablado, «La Red es un bosque», se puede realizar la experiencia de pasar en cualquier momento de la audición del texto y continuar en ese punto su lectura en la pantalla y viceversa: las palabras de ese libro, ristras de ceros y unos, se hacen sonoras y ondulan el aire, pero también pueden hacerse visibles, a trazos. Resultado de imagen de MOVIL¡Qué desafío para la cultura escrita! El libro avatar. Los textos en un espacio sin lugares, en un Aleph. La biblioteca universal es un espacio sin lugares, es una singularidad, es el resultado de una fabulosa contracción, es un punto, no una arquitectura laberíntica inabarcable como la biblioteca imaginada por Borges. ¿Cuál de las dos cuesta más imaginar? El proceso de digitalización general ha afectado también al libro, y eso ha supuesto que se le ha extraído la tinta que corre por los capilares de sus letras. Se ha desecado el libro, y el resultado ha sido que se ha hecho polvo, polvo de ceros y unos, y ahora flotan en un éter digital. El libro en el espejo, con páginas, pero sin hojas. El libro en el espejo no tiene copias, tienes reflejos: se refleja en el espejo que el lector tiene. Porque solo hay un ejemplar en un facistol universal. La oralidad. Escuchar los libros. La reinterpretación de la conversación en el espacio digital. El libro de arena, es decir, el sueño libresco de un libro infinito se cumple en este libro mundo que es la Red. Y el libro mundo tiene estructura hipertextual, para que el libro de arena no sea tan solo un inmenso arenal. La escritura y la lectura son hipertextuales. Así que se están cumpliendo los sueños de la cultura escrita… Lo que pasa es que cuando los sueños se cumplen no los reconocemosResultado de imagen de LIBROS Y ESCRITURA

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