miércoles, 24 de octubre de 2018

La biblioteca vacía.Situación 4

LA BIBLIOTECA VACÍA

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LA BIBLIOTECA DIGITAL


Imagen relacionadaMentor. — Llegamos al final de este recorrido por La biblioteca vacía. Ha sido una exploración en busca del significado que encierra, que se ha querido dar a la palabra «vacía». Hemos alcanzado distintas aproximaciones para interpretar esta clave con el fin de entender un poco mejor el tránsito que estamos viviendo de la cultura escrita a la cultura digital. 
Aprendiz. — Quizá la desorientación que provoca hablar de una biblioteca vacía refleja la confusión que sentimos ahora en este tránsito. Hemos entrado en un escenario turbador, en una biblioteca vacía, y que, por tanto, no responde a lo que sería esperable. Sabemos que este escenario es de paso, que acabamos de dejar un mundo en el que nos movíamos con referencias bien establecidas, se nos ha despojado de ellas, y aún no hemos atravesado este espacio vacío para encontrarnos con el escenario que ocupará una cultura digital.
M. — Es una buena interpretación de lo que estamos experimentando.
A. — Y la conversación mantenida en torno al profesor Roger Chartier completa las observaciones y reflexiones realizadas durante estos días. 
M. — Entre las cuestiones tan interesantes tratadas durante esta conversación está la de la disociación entre texto digital y artefacto electrónico de lectura. 
A. — Sí, curiosamente puede ser otra forma de expresión de la clave, de la palabra «vacía».
M. — Interesante. ¿Cómo la interpretarías?
A. — Resultado de imagen de roger chartier

Pues que el intento de que el texto, una vez desprendido del papel, consiga prender —como prende una planta en un terreno nuevo— en otro lugar, en el de un aparato electrónico, resulta baldío. En nuestras manos sostenemos un artefacto electrónico con la ilusión de que es un libro, pero un libro en blanco, vacío; y en la nube, quien sabe dónde, está el texto. Con esta disociación ya no es posible hablar de cultura escrita.

Pues que esta disociación entre el texto y su soporte tangible es devolverle a la palabra su valoración más, diría, espiritual. Más próxima a la palabra primigenia, la palabra hablada, intangible, etérea, que una vez pronunciada desaparece de toda percepción, pero no por eso se extingue. La palabra entendida como virtualidad, en potencia, que se manifiesta cuando se pronuncia… o cuando se imprime… o cuando se sostiene en una pantalla. Pero que existe. Así se ha considerado en la cultura escrita: el texto podía tomar formas distintas, materialidad de libro, cuando se editaba; podía cambiar su apariencia de edición a edición sin dejar de ser el mismo. Pues bien, en mi opinión, esta consideración del texto como algo virtual y de un soporte en donde tiene lugar, en donde encuentra su lugar, se intensifica más cuando las palabras están hechas de ceros y unos y el soporte es un artefacto electrónico.
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M. — La «biblioteca vacía», en la conversación con el profesor Chartier, se puede interpretar también como el resultado de la fragmentación del discurso al que se tiende en la Red a diferencia de la contención que proporciona el libro para la cohesión de un discurso. Esta excesiva fragmentación dejaría —metafóricamente— vacía la biblioteca de pensamiento —que necesita encadenar razones—, de discurso narrativo propio del autor, ya que el lector interviene en su composición…
A. —

En efecto, el profesor Chartier se muestra en la conversación muy sensible a este riesgo.

No creo que el profesor Chartier advierta de este peligro para la transmisión del pensamiento o de la narración, más bien al contrario.
Imagen relacionadaM. — Entre las cuestiones tan interesantes tratadas durante esta conversación está la de la disociación entre texto digital y artefacto electrónico de lectura.
A. — Sí, curiosamente puede ser otra forma de expresión de la clave, de la palabra «vacía».
M. — Interesante. ¿Cómo la interpretarías?
A. —

Pues que el intento de que el texto, una vez desprendido del papel, consiga prender —como prende una planta en un terreno nuevo— en otro lugar, en el de un aparato electrónico, resulta baldío. En nuestras manos sostenemos un artefacto electrónico con la ilusión de que es un libro, pero un libro en blanco, vacío; y en la nube, quien sabe dónde, está el texto. Con esta disociación ya no es posible hablar de cultura escrita.

Pues que esta disociación entre el texto y su soporte tangible es devolverle a la palabra su valoración más, diría, espiritual. Más próxima a la palabra primigenia, la palabra hablada, intangible, etérea, que una vez pronunciada desaparece de toda percepción, pero no por eso se extingue. La palabra entendida como virtualidad, en potencia, que se manifiesta cuando se pronuncia… o cuando se imprime… o cuando se sostiene en una pantalla. Pero que existe. Así se ha considerado en la cultura escrita: el texto podía tomar formas distintas, materialidad de libro, cuando se editaba; podía cambiar su apariencia de edición a edición sin dejar de ser el mismo. Pues bien, en mi opinión, esta consideración del texto como algo virtual y de un soporte en donde tiene lugar, en donde encuentra su lugar, se intensifica más cuando las palabras están hechas de ceros y unos y el soporte es un artefacto electrónico.Imagen relacionada

La biblioteca vacía. Situación 3

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Mentor. — ¿No te parece que el hipertexto tiene mucho de oralidad?
Aprendiz. — ¿Dónde ves esos rasgos de oralidad en la hipertextualidad?
M. — Cuando hablamos, vamos desplegando nuestro discurso de acuerdo a la oportunidad del momento, podemos extendernos más en una cuestión o dejarla tan solo insinuada, o abrir antes este camino del discurso y luego este otro, o viceversa. Igual que en la lectura hipertextual.
A. — Es cierto. Así que la relación del lector con el autor tiene igualmente mucho de conversacional, pues el lector puede intervenir en el desarrollo del discurso, si bien no con preguntas o comentarios, sí con la interacción que da un clic en los pliegues del texto.
M. — Y hay también otro rasgo muy propio de la oralidad que aparece en la escritura hipertextual. ¿Ves cuál es?
A. — ¿Otro rasgo de oralidad…? No consigo descubrirlo.
M. — ¡Pues la imagen!
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¡Ah, es una trampa, pues no se han llevado nunca bien la palabra y la imagen! Son dos mundos que, eso sí, se quieren imponer uno al otro: la imagen poniendo a sus pies el texto (por ejemplo, el pie de foto, la cartela…); y el texto dejando solo en el espacio de la página un hueco para que la imagen sirva de ilustración a la palabra, pero prescindible. Y si quieres ver cómo congenian la imagen y la palabra hablada es suficiente con quedarte en el momento actual y soportar una exposición oral con el apoyo de un powerpoint. La mayor parte de las veces, ¡insufrible!

Tienes razón, te refieres al arte de la memoria, como regla mnemotécnica en la cultura oral, y al uso de interfaces gráficas para plegar tras ellas el hipertexto. En los dos casos, la palabra está plegada en los detalles de las imágenes.
Resultado de imagen de LIBROS Y MNEMOTECNIAM. — ¡Acertaste!
A. — He respondido con rapidez.
M. — ¿Te ha gustado la frase de Mallarmé: «El mundo existe para terminar en un bello libro», «Le monde est fait pour aboutir à un beau livre»?
A. — Sí,  es uno de los pliegues de la tercera parte de El esplendor de la escritura.
M. — Pues dime con qué fin se utiliza esta frase en este hipertexto.
A. — Para presentar así el concepto de libro-mundo.

Resultado de imagen de LIBROS Y MNEMOTECNIASe entiende como libro-mundo ese libro imposible en papel, pero no en soporte digital, que recoja todas las palabras habladas y escritas, las imágenes quietas y en movimiento, los sonidos naturales y musicales, en una escritura multimedia.

Ese libro ubicuo que puede ser leído desde cualquier lugar de este mundo.
Imagen relacionadaM. — Habrás escuchado cómo el libro, cuando sus palabras se transmiten no por ondas de aire ni por trazos de tinta, sino por ristras de ceros y unos en el «éter» digital, puede manifestarse a nuestros sentidos de tres formas: como palabras sonoras, es decir, como libro para el oído; como reflejos en el espejo —en el espejo de la pantalla— para los ojos; y el libro avatar, que se manifiesta en papel, para las manos… y los ojos.  El libro avatar es virtual hasta que se le invoca para que se manifieste entre nosotros con la materialidad que le da el papel. Tendrá tantos ejemplares como invocaciones, como solicitudes que reciba.

En cambio el libro en el espejo no tendrá copias, solo reflejos.

En cambio el libro en el espejo tiene tras la superficie que separa lo real de lo virtual todas las copias que se deseen. Una distinta para cada pantalla
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La biblioteca vacía. Situación 2

Situación 2

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Mentor. — ¿Cómo te está resultando la lectura de El esplendor de la escritura con estos renglones truncados, que se interrumpen antes de llegar al extremo de la línea?
Aprendiz. — Cierto que la lectura en pantalla no es lo mismo que en una página. Renglones muy extensos dificultan su seguimiento y hacen que con frecuencia “descarrile” la lectura; pero si son cortos la vista del lector abarca todas las palabras que contiene y evita este funambulismo lector por una línea demasiado larga.
M. — Además, crea un ritmo en el texto que no viene solo dado por los signos de puntuación y la disposición  de las palabras.
A. — Eso es, puede alcanzar más expresividad el texto por ese ritmo.
M. — ¿Y qué tal esta segunda parte que has leído de El esplendor de la escritura?
A. — Contiene muchas cuestiones sobre las que interrogarse.
M. — Desde luego. ¿Te has fijado cómo nos fue llegando la imagen y el uso de un computador? Una pantalla y un teclado… y unos cables conectados a una caja hermética, más o menos grande, que los entendidos llamaban CPU, unidad de procesamiento, donde ocurría toda esta maravilla tecnológica que no se alcanzaba a comprender. Lo curioso es que reunía en dos componentes el enfrentamiento entre la cultura escrita, con el teclado, como el de una máquina de escribir, y, con  la pantalla, la cultura audiovisual. Las dos partes reunidas en una nueva máquina.
A. — Sí, es muy expresiva esta reunión materializada en dos objetos que habían nacido en la máquina de escribir y en el televisor. ¿Cuál se impondría?
M.

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Nunca se pensó que este artefacto nuevo tuviera nada que ver con la escritura, no se veía papel, ni tinta, solo un teclado sin nada donde imprimir. En cambio había una pantalla electrónica como las del televisor entronizado ya en los hogares. Así que desde el primer momento de los ordenadores personales esta tecnología traía el refuerzo de la cultura audiovisual, que no congeniaba muy bien con la cultura hegemónica del libro.


En un principio resultaba tentador saber que la palabra escrita con ese teclado especial, pero igual que el de una máquina de escribir, adquiría unas propiedades distintas y prometedoras a las que tendría sobre un papel. ¿Cómo dejar de probar la escritura con este teclado, aunque fuera sobre un soporte hermético (un disquete, un disco duro) en el que no se veían aunque se aproximara a los ojos los efectos de la impresión de esas teclas. Por otro lado, sí, había una pantalla, pero el procesamiento de la imagen, es decir, que apareciera en pantalla y, más aún, en movimiento, no se podía conseguir en esos tiempos —que no son tan lejanos—. Por eso, el acercamiento inicial de muchos usuarios a los primeros computadores personales es para escribir con un procesador de textos.Resultado de imagen de situaciones libros
A. — Gracias, era una pregunta retórica para que tu argumentación reforzara más aún lo que había leído en El esplendor… sobre las expectativas que abría la computación respecto al beneficio que iba a traer a la cultura escrita y a la cultura audiovisual.
M. — Pues ahora quiero yo hacerte una pregunta.
A. — ¡Ojalá que la sepa contestar!
M. — Habrás leído bajo un pequeño pliegue de este hipertexto el poema de Blas de Otero, titulado Siemprevivos. Pues bien, dime por qué crees que es oportuna su lectura en el contexto en que se sugiere de El esplendor de la escritura?
A. — Difícil, pero voy a intentar argumentar mi respuesta.Imagen relacionada


En nuestra cultura escrita se ha sublimado el soporte principal de la escritura, el humilde papel. A pesar de su fragilidad y de su vulnerabilidad ante la humedad, los roedores, el fuego… Lo ha ennoblecido el hecho de acoger y proteger la palabra, de darle la durabilidad, aunque azarosa, que no le proporciona el aire a la palabra hablada, y de transportar la palabra a distancias y a tanta gente que tampoco el aire lo haría. En cambio, se ve el soporte digital, la Red, como un soporte amenazado por algo más corrosivo que la humedad o los parásitos: la obsolescencia. En ese contexto de contraste entre el humilde papel y la imponente tecnología digital se le ha dado cabida en este hipertexto que estamos leyendo al poema de Blas de Otero. ¿No es así?


El poema es un reconocimiento, muy a pesar del autor, del final que en un tiempo no muy lejano tendrá el papel como soporte de la escritura. Se ha mantenido siglos por no tener otro competidor, pero en la actualidad el soporte digital proporciona a la palabra una durabilidad a la que el papel no puede aspirar. Porque la principal fortaleza del soporte digital es su resistencia y su capacidad de preservación una vez que algo se registra en él.Resultado de imagen de situaciones biblioteca
M. — Bien. ¿Y ahora hablamos, si te parece, de lo que has escuchado en estos días?
A. — Cuestiones que me han hecho pensar.
M. — ¿Cómo cuál, por ejemplo?
A. — Pues, por ejemplo, sobre la capacidad que el mundo digital nos da a todas las personas de comunicarnos más allá del círculo próximo y cotidiano en el que nos movemos con nuestra palabra hablada.


Se entra así en una contradicción, pues todos los humanos dotados de esta capacidad, maravillosa, ciertamente, de expresarnos más allá de nuestro lugar físico en el que estemos instalados, y entrar en el espacio sin límites de lo que llamamos redes sociales, hace que esta capacidad no se pueda, sin embargo, desplegar. No podemos hablar todos a la vez. Bueno, sí, podemos hablar todos a la vez, cuando nos apetezca, pero el resultado ya lo vemos: el guirigay de las redes sociales; el ruido y la confusión, que hacen que la comunicación sea mínima respecto a las expectativas que la posibilidad tecnológica había despertado.


Lo importante de recibir la gente de a pie el beneficio de la palabra es que produce una reorganización en la comunicación social de consecuencias incalculables hoy. No es que vayamos a ser todos escritores, no es que vayamos todos a disputarnos la tribuna, sino que la comunicación circulará por pequeños corrillos porosos y formados por personas que, sin coincidir en un lugar, están, sin embargo, conectadas. Y esto puede dar una gran diversidad, una riqueza de movimientos de todo tipo que emergen desde lo pequeño.Resultado de imagen de situaciones comunicación

LA BIBLIOTECA VACÍA. Situación 1

Módulo 1. Primera Entrega

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Situación 1

Las situaciones son un ejercicio de atención y un refuerzo de la reflexión.
En algún momento del diálogo hay una bifurcación con dos posibles intervenciones. No significa que una sea falsa y la otra verdadera, sino que una de ellas es coherente con lo que se dice en el curso.
Incluso personalmente se puede estar del lado, y con argumentos, de la elección que no corresponde con la argumentación mantenida en el curso.

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Mentor. — ¿Qué tal tus primeros pasos por La biblioteca vacía? ¿Tienes cuestiones que plantearme?
Aprendiz. — Sí, he leído la primera parte de El esplendor de la escritura y…
M. — ¿Te has movido bien por la lectura hipertextual?
A. — Eso es lo que te quería comentar. Me ha interesado la forma de lectura en pantalla que supone esta forma de dosificar y de plegar el texto. Aunque he tenido en ocasiones la desorientación producida al terminar de leer una pantalla… ¿la llamamos así?
M. — Sí, me parece bien llamar pantalla a esa cantidad de texto que se entrega para la lectura tras cada pliegue que desdoblas, aunque sea más extenso que lo que puede enmarcar la pantalla y, por tanto, haya que ayudarse del scroll.Resultado de imagen de e book
A. — Pues bien, como te decía, cuando terminaba de leer una pantalla a veces me quedaba indeciso en cómo seguir la lectura, hasta que reaccionaba y subía con el scroll al comienzo del texto recién leído, en donde encontraba la imagen…
M. — La interfaz.
A. — Sí, la interfaz con otros pliegues en esa imagen aún sin desdoblar.
M. — Son esperables estas primeras dificultades, pues es un espacio nuevo que, como los físicos, los arquitectónicos, por ejemplo, cuando entras sientes algo de desorientación y dudas por dónde dirigirte.
A. — Se necesita un tiempo de adaptación, de habituarse a una práctica de lectura distinta a la de un libro en papel.
M. — Y en cuanto al contenido de lo que has leído, ¿qué tal?
A. — Me ha llamado la atención que se llame al libro «máquina de memoria».
M. — ¿Te parece bien?
A. — Sí, pero me gustaría saber si se busca con ello una analogía más o menos próxima con las máquinas que tenemos o una consideración cierta de que es una máquina.
M. — Interesante cuestión.
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Sí, podemos hablar no metafóricamente de que el libro es una máquina, sino de que es una auténtica máquina, si entendemos una máquina como un artefacto que nos permite movernos por un texto extenso y practicar, por tanto, la lectura; y, a la vez, conservar y transportar la palabra, pues sin ese ingenioso artefacto de papel se derramaría por el aire y se extinguiría con rapidez, como sucede con la palabra hablada. Así que la confina, la conserva y permite su transporte: una máquina, por consiguiente.


Cuando nos referimos al libro como “máquina de memoria” en El esplendor de la escritura, que estás leyendo, se está hablando de una máquina, sí, pero de una máquina futura, quizá ya próxima, que va a permitir la elaboración automática de textos. Una forma, realmente, de robot que realice tareas que hasta ahora están en las manos y la inteligencia de una persona.
Resultado de imagen de «máquina de memoria»A. — Me ha supuesto un choque, hasta —diría, sin exagerar— emocional, ver en esta parte que he leído la transición de todos los elementos y conceptos del libro en papel a un libro en digital. Bien, pero tras este traspaso —uno a uno, como hemos visto—  de los componentes que nos hacen decir que esto que está en mis manos, de papel y tinta, encuadernado, con recursos gráficos, como la paginación, el índice…  constituye un libro, la duda que tengo es la siguiente… A ver si me sé explicar… Todos estos componentes de naturaleza ya distinta, por ejemplo, en vez de tinta, ceros y unos; en vez de página, una pantalla; en vez de papel y una cubierta, un artefacto electrónico… ¿reunidos dan un libro? Sus elementos están traducidos a la nueva naturaleza que proporciona la tecnología, pero ensamblados, ¿constituyen un libro?
M. — Es comprensible esta duda.Resultado de imagen de conversación


Pero no, lo que resulta de esta migración digital no es un libro. Si haces una relectura de esta parte que has leído de El esplendor de la escritura verás que hablamos de que el libro ha concluido desde el momento en que pierde su soporte de papel y el volumen y peso que se obtiene por ello. ¿Dónde están las hojas como elemento mecánico —porque realmente son una palanca— para mover el texto contenido en el libro? No, no es un libro.



Mantente en ella. Porque no se debe a que no hayas leído bien lo expuesto hasta ahora, sino a que dependiendo de la interpretación más o menos restrictiva sobre qué se entiende por libro, las formas que están brotando pueden considerarse metamorfosis del libro de papel o una discontinuidad a la que habrá tarde o temprano que darle otra denominación.
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A. — He estado leyendo en ese facistol que es la Red junto a otros participantes de La biblioteca vacía, pero también he encontrado unos ratos para escuchar al profesor.
M. — ¿Has captado ya en estas primeras palabras la función que van a tener estos “paseos” con el profesor?
A. — ¡Bueno, nos ha dejado elegir, o combinar, entre el paseo, el estar atentos sentados en algún lugar de la casa… o incluso en la cama… y dormirnos escuchando!
M. —  Eso está bien. ¿Y el sentido que quiere dar a esta experiencia?
A. — Pues sí, creo que sí: observar y entender el fenómeno general del mundo digital en donde hay que colocar el tránsito de la cultura escrita a la cultura digital.
M. — Sin esta visión amplia y la comprensión de este fenómeno impresionante que estamos viviendo, y que está afectando a todas las actividades de nuestra vida, personal y colectiva, no podremos entendernos entre nosotros acerca de lo que va a suponer respecto a la cultura escrita en la que hemos nacido y en la que nos han educado.
A. — Tienes razón. Coincido.
M. — De este mundo digital, que es como una marea incontenible que penetra por todos los resquicios del mundo que teníamos, ¿qué es lo que más te ha ha impactado oír?
A. — La metáfora que nos hace ver algo intangible.


Esa visión de que el mundo digital es una red que nos envuelve, que se ha hecho planetaria, y cada vez más tupida. Sentirnos, por tanto, atrapados por su envoltura y, a la vez, potenciados por las relaciones que crea entre los humanos y sus objetos.


Y nos lo hace ver con el recurso a la poderosa imagen de que el fenómeno no es una extensión que envuelve el planeta, sino una impresionante contracción, que nos lleva a tener una experiencia distinta del espacio y del tiempo… con todas sus consecuencias.Resultado de imagen de conversación

La biblioteca vacía. Situaciones



Siemprevivos

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Blas de Otero

Laude al papel por esto y por aquello,
por éste y por aquel poema que escribí,
por su célula de madera y sus manos de molino,
laude al papel que inscribió mi partida de nacimiento,
mi mentira más grande y mi verdad a medias,
la historia de mi vida y el relato de mi muerte,
laude al papel por su postura de costurero y su costumbre de aguja,

laude al papel por soportar el peso de mis sonetos, 
el viraje de mis coplas y el papalote de mi verso libre,
viva el papel incluso en mi certificado de defunción,
en el molinillo de papel y en el TBO de mis siete años,
laude al papel andamio de mi pluma,
papel de plata, papel de estaño, papel apenas visto entre 

dos sombras:
mis ahoras siempre vivos.


Tránsitos: Oralidad


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Tránsitos:  Escritos

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Transitos: Edición.

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Tránsitos: Lectores.


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Tránsitos: Estudiar


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Tránsito: Bibliotecas


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Resultado de imagen de biblioteca digitalDel templo simbólico a la desmaterialización: 

un recorrido por la arquitectura bibliotecaria del siglo XX al XXI



Daniel Gil Solés
Coordinador técnico
Biblioteca Pública Episcopal del Seminario de Barcelona

Resumen

El artículo tiene como objetivo establecer una evolución en la arquitectura de las bibliotecas a lo largo de los siglos xx y xxi. Esta evolución pone de manifiesto las diferentes transformaciones que han sufrido los edificios de las bibliotecas, adaptándose a diferentes formas, pero sobre todo para dar respuesta a realidades sociales y culturales diferentes y también cambiantes propias de cada época y de cada momento histórico. Se propone una evolución dividida en cinco grandes transformaciones arquitectónicas. Para cada una de estas cinco transformaciones se presentan una biblioteca paradigmática o diversas de todo el mundo, que ejemplifican claramente la transformación a la cual se quiere hacer referencia. Cada presentación va acompañada de una explicación de sus principales características en cuanto a los espacios y la arquitectura, para argumentar finalmente esta decisión a partir de citas de fuentes externas y también con un argumentario propio. El resultado es una evolución cronológica e histórica que sirve para enmarcar y contextualizar, en último término, la quinta y última transformación actual de las bibliotecas.


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1 Introducción

Los edificios de las bibliotecas han experimentado una auténtica revolución en lo referente al diseño y a la concepción, desde principios del siglo xx y hasta bien entrado el siglo xxi. De hecho, se ha pasado de una imagen y una presencia social que concebía la biblioteca como un templo icónico cerrado y hermético i que conserva el conocimiento de la humanidad, a ser un centro abierto (quizás el edificio pública más abierto), desde el cual se puede tener acceso a todo el conocimiento mundial. Este cambio radical en su concepción, uso y forma ha ido en paralelo a la apertura, expansión y la globalización de la información y del conocimiento, tendencia iniciada a finales de la Segunda Guerra Mundial y hoy en día ya plenamente consolidada e integrada dentro de nuestras estructuras, y que tiene como elemento caracterizador la digitalización de la información para garantizar el acceso, la conservación y el estudio. Y es precisamente la digitalización uno de los elementos, quizás el más importante, que lleva a las bibliotecas a una desmaterialización de sus edificios y de sus espacios.
Este artículo hace un repaso de esta evolución, con el objetivo de entenderla y contextualizarla en cada momento histórico, y dejar entrever cuál podría ser alguno de los futuros de los edificios bibliotecarios. Este recorrido se divide en cinco grandes momentos, en cada de los cuales se presentarán los principales hitos arquitectónicos, edificios y construcciones bibliotecarias de todo el mundo, juntamente con una explicación razonada del porqué de aquella arquitectura y qué representaron en aquel momento aquellos edificios. En el desarrollo de este argumentario se han incluído abundantes citaciones provenientes de otros trabajos, que sirven de refuerzo y permiten una mejor contextualización del discurso, y que siempre se han traducido en castellano. Esta evolución, que al mismo tiempo es una historia de éxito, ha llevado a las bibliotecas a ser el edificio público más representativo de las sociedades contemporáneas y a ser uno de los mejores valorados y más respetados por la ciudadanía en general.
Resultado de imagen de bibliotecasFinalmente, conviene indicar la existencia de abundante bibliografía sobre arquitectura de las bibliotecas. Aunque ofrecer una revisión bibliográfica rigurosa y exhaustiva sobre la materia no es uno de los objetivos de este artículo, vale la pena hacer una pequeña selección para que el lector pueda consultar algunos de los textos básicos e imprescindibles para iniciarse en la materia. Para comenzar, los ya clásicos diez mandamientos de Faulkner-Brown (Fuentes, 1995), publicados originalmente el año 1973 (y posteriormente revisados el año 1980) y que sintetizan en diez puntos las características básicas de todo edificio de biblioteca: flexible, compacto, accesible, extensible, con espacio para los lectores, organizado, confortable, seguro, constante e indicativo (Fuentes Romero, 1995). Inicialmente estos puntos estaban pensados para bibliotecas universitarias, pero con el tiempo han resultado válidos para cualquier tipología de biblioteca (Benítez, 2013). También cabe reseñar las publicaciones técnicas normativas de la IFLA, de repercusión mundial, recogidas en Publications from Library Buildings and Equipments y que representan un corpus normativo y de referencia de la máxima importancia. Para acabar esta pequeña revisión bibliográfica, es de obligada mención el libro de Santi Romero (2004), que ofrece una completa metodología teoricopráctica sobre el diseño, la planificación y la construcción de nuevos edificios bibliotecarios y que se ha convertido ya en un manual de referencia y de consulta obligada para todos los interesados en la materia. Hay que destacar que del mismo Romero (2010) un artículo publicado en el número 25 de esta misma revista, en el que se hace un detallado recorrido por las diferentes etapas necesarias a seguir en la creación y construcción de una biblioteca, y se pone como ejemplo el proceso de creación que se siguió con la Biblioteca Esteve Paluzie de Barberà del Vallès, en la provincia de Barcelona.
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2 La Mancomunitat: el templo simbólico y la pervivencia del neoclasicismo

Puede resultar una paradoja empezar un artículo sobre los cambios en los edificios de las bibliotecas hablando de las bibliotecas de la Mancomunitat de Catalunya de 1915, pero nos servirán para contextualizar el inicio de nuestro recorriudo. Aunque la Mancomunitat impulsó un modelo por entonces innovador y moderno (basado especialmente en la concepción de este modelo como un sistema y con el pilar de la profesionalización del personal) (Mayol, 2005) y que recogía las últimas tendencias internacionales provenientes de los Estados Unidos y del Reino Unido, en lo referente a la arquitectura de los edificios perdura una clara herencia neoclásica. De hecho, todos los primeros edificios de las bibliotecas de la Mancomunitat fueron diseñados por el mismo arquitecto, Lluís Planas, y "son construcciones con un marcado aire neoclásico que incorporan elementos de arquitectura griega y romana, como las columnas, la escalinata de acceso y el frontis sobre el porcho de entrada. Como detalle ornamental, dos templetes circulares de finas columnas coronan los dos extremos de la fachada” (Les biblioteques…, 2014, p. 11), mientras que en su interior los locales debían ser "propios, independientes, limpios, blancos, claros, decorados con higiénica y económica coquetería, y presentando por dentro y por fuera un aspecto estético, cayo, agradable al ojo” (Mayol, 2005). Eugeni d’Ors, con este tipo de bibliotecas conseguía dos objetivos muy claros: por un lado, obtener una clara, rápida y nítida identificación visual de la biblioteca en su entorno más cercano, y, del otro, remarcaba y daba énfasis a los nuevos edificios y al nuevo concepto de biblioteca de la Mancomunitat.

Figura 1. Fachada de la Biblioteca Popular de Sallent. Fondo fotográfico de la Biblioteca Sant Antoni Maria Claret de Sallent. Fuente: Wikipedia
Figura 1. Fachada de la Biblioteca Popular de Sallent. Fondo fotográfico de la Biblioteca Sant Antoni Maria Claret de Sallent. Fuente: Wikipedia

Así, la herencia de una concepción neoclásica de los edificios perduró con la Mancomunitat: los edificios se concibieron como auténticos templos simbólicos que diesen un vuelco absoluto al panorama bibliotecario catalán de la época. De esta manera "este emplazamiento refuerza la imagen (…) de la biblioteca como un templo de cultura al cual hay que peregrinar (…). Los edificios no podían ser espectaculares ni ampulosos a causa de los costes, pero eran edificios emblemáticos; conseguían atraer por la elegancia y el aspecto clásico que les daba un aire noble, una imagen que perduró a lo largo de los años y que los identificó” (Mañà Terré, 2010, p. 52). Es decir, desde la tradición cambiar un presente bibliotecario que se consideraba que había que cambiar y modernizar. Y seguramente este neoclasicismo vino influenciado por el movimiento del noucentisme, por entonces imperante en Cataluña y del cual precisamente d’Ors era una de los máximos exponentes. Un noucentisme que impulsaba valores como la razón, la precisión, el orden, la serenidad, la medida o la claridad, valores que todos ellos se podían ver representados en los edificios de las bibliotecas de la Mancomunitat.
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3 Aires de cambio desde el norte: la primera modernidad

Si las bibliotecas de la Mancomunitat fueron el punto 0 en lo referente a los edificios de las bibliotecas, la primera transformación vino aproximadamente entre diez y quince años más tarde. El primer cambio importante en el diseño y la concepción de las bibliotecas, la primera modernidad, la encontramos en dos ejemplos que han trascendido, que supusieron una ruptura con los modelos anteriores y que consiguieron crear un nuevo diálogo entre biblioteca y arquitectura. Estas dos bibliotecas son la Biblioteca Pública de Estocolmo, obra de Erik Gunnar Asplund (1885–1940), i la Biblioteca Pública de Viipuri, obra d'Alvar Aalto (1898–1976).
Resultado de imagen de bibliotecasGunnar Asplund construye la Biblioteca Pública de Estocolmo entre el otoño de 1924 y el otoño de 1927. Aunque se trata de una biblioteca de líneas clásicas (la forma típica de un círculo rodeado por un cuadrado), pienso que se puede enmarcar en la transición hacia el movimiento moderno, en tanto que incorporó ya algunos conceptos que adoptaron (con modificaciones) bibliotecas posteriores, especialmente en el ámbito de la distribución interna y las circulaciones. Estos aspectos son precisamente la gran aportación de esta biblioteca. El elemento más significativo, sin duda, es la gran planta circular central que acoge el vestíbulo de préstamos (situado en el centro del círculo), iluminada cenitalmente, y dónde se almacena una parte del fondo de libre acceso, abierto al público, y distribuido por toda la circunferencia de la sala, hasta a tres niveles de altura. Este aspecto facilita el control por parte del personal de la biblioteca y se da así continuidad visual a toda la sala añadiéndole por primera vez el concepto del panopticismo.1 Se busca, así, encontrar la mínima distancia posible hasta el mostrador de préstamos, que se transforma de esta manera en el centro neurálgico de la biblioteca, se facilitan las comunicaciones y la distribución de simplifica al máximo. Al entorno de esta sala central se organizan las comunicaciones verticales. Otro aspecto innovador que introdujo Gunnar Asplund fue incorporar diferentes entradas a la biblioteca según los usuarios o las funciones que se quieran desarrollar en el interior: así, diferencia accesos para adultos, para el personal de la biblioteca y los niños.

Figura 2. Interior de la rotonda de la Biblioteca Pública de Estocolmo. Autor: Holger Ellgaard. Fuente: Wikipedia
Figura 2. Interior de la rotonda de la Biblioteca Pública de Estocolmo. Autor: Holger Ellgaard. Fuente: Wikipedia

Por su lado, Alvar Aalto construye la Biblioteca de Viipuri (situada en la actual ciudad rusa de Vyborg) entre 1933 y el mes de octubre de 1935 (el diseño del edificio se inició ya en el año 1927). Está situada en medio de un parque, hecho que dio a Aalto más libertad aplicando una forma constructiva simple y radical. Así, si bien la propuesta original del año 1927 estava marcada por el clasicismo nórdico y emparentada con la Biblioteca Pública de Estocolmo (del mismo año), la propuesta final la acerca al movimiento moderno y al funcionalismo de antes de la Segunda Guerra Mundial; de hecho, la historiografía de la arquitectura del movimiento moderno la considera "la primera manifestación regional del movimiento moderno” (Norberg-Schulz, 1997). Personalmente añadiría que es una obra clave de la arquitectura mundial del siglo xx. Después de la Guerra, estuvo abandonada durante diez años, hasta que entre 1955 y 1961 es llevo a cabo un proceso de restauración dirigido por los arquitectos soviéticos Petr Moseyevitch Rozenblum i Aleksandr Mihailovich Shver (Viipuri Library: the building). Podemos encontrar la constante que se repite en todas las bibliotecas de Alvar Aalto: los patios hundidos para libros, situados en el centro de los edificios, y grandes zonas centrales a dos niveles, con grandes espacios abiertos sin obstáculos, donde abunda la luz cenital –en Viipuri, mediante cincuenta y ocho lucernarios en la sala de lectura- (Álvarez, 2014), y todo en una sección continuada. En palabras del mismo Aalto: "(…) Cuando diseñé la biblioteca de la ciudad, en Viipuri, durante largos períodos de tiempo perseguí la solución con la ayuda de dibujos primitivos de algún tipo de paisaje montañoso fantástico, donde acantilados iluminados por soles en diferentes posiciones, a partir de los cuales llegué gradualmente al concepto para el edificio de la biblioteca.  El núcleo arquitectónico de la biblioteca consiste en zonas de lectura y de préstamo a diferentes niveles y rellanos mientras que el centro y la zona de control forman el punto más elevado, por encima de los diferentes niveles. Los esbozos infantiles sólo tienen una conexión directa con la concepción arquitectónica, pero unidos entre si, en sección y planta, crean una suerte de unidad entre las estructuras horizontales y verticales…”(Biblioteca en Viipuri, 2015)2

Figura 3. Interior de la Biblioteca de Viipuri. Autor: Reskelinen. Fuente: Wikipedia
Figura 3. Interior de la Biblioteca de Viipuri. Autor: Reskelinen. Fuente: Wikipedia

4 Kahn y la búsqueda de la forma: una nueva biblioteca

La segunda transformación del edificio de la biblioteca tiene lugar con la Biblioteca de la Exeter Academy, construida por Louis I. Kahn (1904–1974) entre 1965 y 1972. Para Kahn, la búsqueda de la "forma” de las bibliotecas fue una prioridad durante toda su carrera profesional, y con la Biblioteca la Exeter culmina esta búsqueda (iniciada de manera radicalmente diferente unos años antes con la Biblioteca de la Universidad de Washington). Kahn termina una búsqueda, pero al mismo tiempo empieza una nueva forma y una nueva concepción moderna en lo referente a las bibliotecas, y que aun continua vigente y bien viva. "Veo la biblioteca como un sitio donde el bibliotecario pueda exhibir los libros, abiertos a propósito en páginas selectas para seducir a los lectores. Debería haber un sitio con grandes mesas sobre las cuales el bibliotecario pueda poner los libros y los lectores puedan coger los libros y llevarlos a la luz” (Kohane, 1989). Este pequeño fragmento ya recoge la esencia de estos tres espacios que definirían la forma básica de una biblioteca: un espacio para la exhibición de los libros, un segundo espacio de relación y de reunión colectiva entre los lectores y los libros, y, para terminar, un tercer espacio donde haya una relación íntima y "privada” del usuario con los libros y la luz (a saber, zonas de lectura y de concentración). En un segundo comentario, Kahn define y clarifica mucho más los límites conceptuales y físicos de estos tres espacios: "Exeter se comenzó en la periferia, dónde se encuentra la luz. Yo sentía que la sala de lectura tenía que situarse dónde una persona pudiera estar sola al lado de una ventana y que tenía que ser un tipo de gabinete privado,3
un tipo de sitio descubierto en los pliegos de la construcción. Hice el exterior del edificio como un gran arco de ladrillo, independiente de los libros. El interior lo hice  como un arco de hormigón dónde se guardasen los libros, apartados de la luz. El área central es el resultado de estos dos arcos contiguos: sólo en la entrada son visibles los libros a través de una de las grandes aperturas circulares. Así uno siento que el edificio posee la invitación de los libros” (Kohane, 1989, p. 99). El área central, pues, como culminación del resto de espacios. Tres ámbitos (tres formas) que están bien diferenciadas, y separadas según el uso y la función que tendrán dentro del edificio, y con materiales específicos para cada uno de ellos.

Figura 4. Zona central de la Biblioteca de l'Exeter. Autora: Carol M. Highsmith. Font: Wikipedia
Figura 4. Zona central de la Biblioteca de l'Exeter. Autora: Carol M. Highsmith. Font: Wikipedia

La forma determina el uso y la función; y la función y el uso determinan, a su tiempo, la forma que tendrá un espacio concreto. El material y la forma se interrelacionan el uno con la otra para terminar fusionándose de forma absoluta y total. Y es que nada podría existir sin el otro (Kohane, 1989, p. 101). En efecto, el espacio central es un pequeño compendio de orden y de lógica geométrica: estos espacios para Kahn era muy importantes, y los cogió prestados de la arquitectura renacentista, donde los edificios eran una representación a pequeña escala de algo armónico, bello, perfecto y hasta incluso divino (Kohane, 1989, p. 109). El renacentismo, transformado ahora en clasicismo moderno en manos de Kahn, se aprecia claramente en las líneas de la biblioteca. Además, para Kahn las bibliotecas eran una tipología superior de edificios: eran la puerta de acceso a la cultura, a un estadio superior para el hombre, y todo mediante la lectura. De esta manera, el contenedor de libros (visible desde la escalera), el vestíbulo de acceso y la zona interior representan simbólicamente esta ascensión cultural (Gil Solés, 2006).
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5 El siglo xx nace en Sendai

La tercerca transformación del edificio de la biblioteca, aquella que pone los cimientos de un nuevo modelo, aquella que redefine de arriba abajo qué tiene que ser y cómo tiene que ser el edificio de una biblioteca, aquella que escribe la introducción y los objetivos de un futuro que tenía que ser por fuerza digital, nace en Sendai, con la Mediateca de Sendai, obra del arquitecto japonés Toyo Ito. Se inauguró en 2001, con el cambio de siglo y de milenio, y ya desde el primer momento se ha convertido en un referente ineludible en la construcción y diseño de bibliotecas altamente tecnificadas y tecnológicamente avanzadas (hoy en día son aspectos que nos parecen de lo más normales y obvios). La Mediateca de Sendai se ha convertido en un paradigma, un punto de inflexión; a partir de ella nace el siglo xxi, el siglo de la digitalización masiva de los edificios de las bibliotecas. Y, además, lo hace ya con grandes dosis de difuminación y de integración invisible de la digitalización con el edificio, tendencia que hemos visto que con los años fue pionera.4

Figura 5. Mediateca de Sendai. Autor: scarletgreen. Fuente: Wikipedia
Figura 5. Mediateca de Sendai. Autor: scarletgreen. Fuente: Wikipedia

Más allà de su aspecto físico o de la forma (donde destacamos especialmente los trece tubos que traviesan verticalmente todo el edificio y que sirven para la canalización de las comunicaciones interiores del edificio: cableado, líneas telefónicas y también personas), lo que es realmente interesante y que hace única a la Mediateca de Sendai es la concepción que Ito quiso dar al edificio y que lleva implícita una filosofía totalmente disruptiva: "(…) Muy pronto comenzamos a describir al edificio como un ‘autoservicio de medios’. Lo único que queríamos decir con esto era que almacenaría diferentes medios, tales como publicaciones, videos, películas, cuadros y arte electrónico, de la misma manera que un supermercado almacena diferentes productos en sus estanterías (…)” (Ito, 2001). Esta concepción representó sin duda un cambio de rumbo,5 y fue un acelerador de la profunda transformación de la biblioteca a partir del siglo xxi. La Mediateca de Sendai supuso el punto de inicio de una concepción del edificio mucho más abierta, con más facilidades y más integrada en la visión y en las nuevas formas de consumir cultura y todo tipo de productos por parte de la población. Desde un punto de vista profesional, la metáfora del autoservicio y de los supermercados resulta del todo acertada; bien mirado, las bibliotecas y los supermercados tenemos muchas cosas parecidas: podemos pasear, podemos escoger, rebuscar los productos que más nos interesan, hojearlos o leer su etiqueta, coger aquellos que visualmente sean más atractivos, y llevárnoslos. Si los supermercados tienen tanto éxito en nuestra sociedad actual es seguramente por la facilidad de acceso, por la facilidad de uso. Entonces, ¿por qué no lo aplicamos en las bibliotecas? Grandes superficies diáfanas, llenas de estanterías para poder escoger el libro que más nos guste, en autoservicio, y después pasar por "caja” y realizar el préstamo. Nada que no veamos hoy en día, pero que en 2001 resultó totalmente nuevo. Toyo Ito, no obstante, hizo un paso más allá a la hora de definir cómo y qué debía ser un edificio de biblioteca, y busca un encaje mejor dentro de las comunidades locales, ya que piensa que "(…) No obstante, las bibliotecas tienen generalmente una organización demasiado independiente y desvinculada de los factores externos. Nuestro objetivo puede parecer modesto; destruir el aislamiento propio de una biblioteca convencional (…)” (Ito, 2001). ¿Avanza quizás Ito, unos diez años antes, que la digitalización terminaría por romper los muros y el aislamiento secular de la biblioteca? En este sentido, Ito fue, sin duda, un visionario. Y son precisamente esta facilidad de acceso y esta ruptura del aislamiento de una biblioteca convencional los que dotan y llenan de sentido la función social, ciudadana y urbana que toda biblioteca tiene que tener, y a la cual Ito no quiere renunciar, ni en absoluto lo puede hacer: "(…) ‘Salir a la calle, para crear un libro’; este es el estímulo que espero de la Mediateca de Sendai’” (Ito, 2001).
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6 La biblioteca sin libros: la digitalización  coloniza el espacio de la biblioteca

La Mediateca de Sendai es el elemento de unión entre la tercera y la cuarta "re-evolución” de la biblioteca. En Sendai, el libro es aun el elemento predominante en el paisaje de la biblioteca. La cuarta transformación rompe de forma disruptiva esta imagen icónica, y transforma por completo la imagen que tenemos de ella. El espacio de la biblioteca se transforma, y se avanza hacia un espacio sin libros, una biblioteca sin libros producto de la digitalización. Un magnífico ejemplo de esta biblioteca sin libros lo encontramos en la Biblioteca de la Universidad de Amsterdam. Es una obra de 2010 del equipo de diseñadores formado por Ira Koers y Roelof Mulder, y es ya uno de los muchos ejemplos que cada vez más van apareciendo de bibliotecas sin libros. Se trata de un espacio diáfano, de 2.508 m2, en donde no hay ningún libro de papel a la vista y que puede acoger entre 1.500 y 2.000 estudiantes al día. En todo el edificio se ha dado mucha importancia al diseño, así como también a la funcionalidad de los nuevos espacios, desprovistos de su elemento principal y más significativo, que eran las estanterías con los libros y otros documentos. También destaca por su amplitud y sus grandes espacios vacíos, espacios, no obstante, que seguro que se llenan de usuarios: allí donde antes había libros, ahora hay personas que interactúan y conversan. Ahora bien, ¿qué cambios han tenido lugar? El espacio que han dejado las estanterías se han llenado con espacios de trabajo, y los mostradores de préstamo se han sustituido por la denominada habitación roja: una gran sala, en el perímetro la cual encontramos más de 100 cajas de plástico, donde los estudiantes recibirán los libros físicos que habrían pedido antes por vía telemática. Se trata de una colección física que está depositada íntegramente en los depósitos (Labarre, 2010). Es claramente un gran ejemplo de como las bibliotecas se pueden adaptar a la era de la post-imprenta, y también de como las bibliotecas pueden (re)crear un nuevo modelo de edificio (y seguro de gestión y administración) con éxito.

Figura 6. Habitación roja de la Biblioteca de la Universidad de Amsterdam. Autor: Diane. Fuente: Dianewantstowrite.com
Figura 6. Habitación roja de la Biblioteca de la Universidad de Amsterdam. Autor: Diane. Fuente: Dianewantstowrite.com

Ahora bien, nos encontramos con una re-evolución de naturaleza totalmente diferente a las tres anteriores, ya que ha visto ampliado su campo de acción. Luis Fernández-Galiano (2010) afirma: "enseguida se advierte que la última metamorfosis tiene una naturaleza diferente a las anteriores, porque en pasar del universo material de los rollos, los códices o los libros al mundo virtual de las redes, las necesidades espaciales de las bibliotecas de las bibliotecas convencionales se esfuman”. Los principios rectos e inmutables de lo que creíamos que nunca iba a cambiar, los edificios de nuestras bibliotecas, de repente se ven amenazados, y por consiguiente se cuestiona la necesidad y viabilidad en forma actual. La digitalización no solamente ha afectado a los libros y los documentos impresos: también ha afectado de lleno a los edificios. La inmutabilidad de lo que creíamos que no se modificaría nunca se ha roto, y sólo depende de nosotros mismos y de nuestra voluntad de cambio que lideremos esta transformación y este nuevo paradigma, por otro lado inevitables. Estamos inmersos en un momento histórico apasionante: no solamente transitamos hacia un presente que ya es digital, sino que además conlleva repensar y redefinir el que posiblemente sea el edificio icónico y más representativo de la información y la cultura, la biblioteca. Una transformación que plantea la hipótesis de que la forma de hacer bibliotecas de los últimos treinta años probablemente ya no sirva. En ningún caso, no obstante, estamos delante de un proceso de desaparición, no. Más bien de redefinición, donde se apunta un futuro (que seguramente ya es presente) con un horizonte positivo, un ecosistema en que las grandes instituciones y las bibliotecas de pequeña escala dominan el panorama, ya que ofrecen una adaptación total de los espacios a los nuevos usos, requerimientos y necesidades que la sociedad pide a las bibliotecas. "Al fin y al cabo, a los seres humanos nos gusta el rencuentro, y ni el teletrabajo puede sustituir la vitalidad interactiva de la oficina, ni la lectura en pantallas dispersas puede remplazar el contacto informal en los centros de investigación, en los lugares de enseñanza o en las bibliotecas (…) La biblioteca a distancia tampoco no hará obsoleta a nuestra biblioteca material” (Fernández-Galiano, 2010). En definitiva, la digitalización no supondrá ni supone la muerte del edificio de la biblioteca, pero sí que ha representado que experimente el cambio disruptivo más importante que ha sufrido nunca: la biblioteca ya nunca más será como la hemos entendido siempre, a partir de ahora será otra cosa.6
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7 Desmaterialización y guerrilla: la no-biblioteca

Si bien la digitalización representó en su momento, y continúa representando aun a día de hoy, una fuerte transformación en los espacios bibliotecarios y en sus usos, en los últimos años se ha dado un paso más hacia adelante, un paso que afecta los cimientos mismos de la forma, la concepción y el volumen del edificio de la biblioteca. La quinta y última de las transformaciones de la biblioteca ya ha empezado: supera la digitalización y se podría resumir en el hecho de que la biblioteca se encuentra inmersa en un proceso de desmaterialización, una deconstrucción de los edificios, de reducción de su escala en porciones más pequeñas, más flexibles, más dinámicas, y sobretodo, más urbanas. Porque es precisamente la ciudad, sus calles, sus plazas y sus avenidas, la última frontera de la biblioteca. Las bibliotecas digitales ya han llegado a este entorno (mediante los móviles, tabletas y otros dispositivos móviles), pero el edificio todavía no. Y es que el edificio de la biblioteca ha dejado de ser edificio. Se tendrán que romper sus muros, superar sus límites para convertirse en mobiliario urbano, integrado y difuminado en el paisaje de la ciudad, pero sobretodo, integrado de manera invisible y transparente en la práctica diaria de cualquier persona. La digitalización es movilidad, y los dispositivos electrónicos se han integrado silenciosamente entre nosotros, en cualquier sitio; el edificio de la biblioteca, por su lado, es poco o nada móvil en si mismo. Como no podía ser de otra manera, no hay un edificio icónico de esta nueva forma de entender las bibliotecas. Existen ya hoy en día muchos ejemplos de esta nueva concepción de los edificios de la biblioteca. Quisiera destacar tres ejemplos que me han parecido significativos y que además tienen una gran carga simbólica y de belleza. En primer lugar, la Biblioteca en el Parque Levinski, obra de 2009 del equipo de arquitectos Yoav Meiri Architects (Rosenberg, 2011). En segundo lugar, la Biblioteca Ban Tha Song Yang, situada en la pequeña localidad tailandesa de Ban Tha Song Yang, muy cerca de la frontera con Birmania, obra del equipo de arquitectos Rintala Eggertsson Architects del año 2009 (Chin, 2009), y donde sin duda encontramos un esquema y un diseño de biblioteca radicalmente opuesto a los que estamos acostumbrados en nuestras latitudes. Y, finalmente, en tercer lugar, una minimalista y sencilla Casa-Biblioteca de madera, de uso individual, obra conjunta de la artista portuguesa Marta Wengorovius y del arquitecto Francisco Aires Mateus, también portugués, presentada en el marco de la Triennal d'Arquitectura de Lisboa, con el evocador título de Uno, dos y muchos7 (Frearson, 2013). De esta última obra me gustan dos conceptos: por un lado, entender la biblioteca como una forma de orientación colectiva, hecho que la dota de una concepción intelectual y erudita que pienso que estamos perdiendo; y, por el otro, la reducción de la escala bibliotecaria a niveles de persona, más alcanzable, hecho que permite un mejor trabajo y una relación mucho más efectiva entre el fondo y la persona.

Figura 7. Levinski Garden Library. Autor: Yoav Meiri Architects. Fuente: Yoav Meiri Architects
Figura 7. Levinski Garden Library. Autor: Yoav Meiri Architects. Fuente: Yoav Meiri Architects

Pienso firmemente que hay que avanzar en la deconstrucción de la biblioteca, y pensar en un horizonte en que los edificios de las bibliotecas también sean móviles, posiblemente también efímeros, líquidos y que se disuelvan en el entramado urbano de nuestras ciudades contemporáneas y posmodernas. En las bibliotecas se desarrollan actividades públicas, sociales y colectivas, pero siempre con la protección que nos proporcionan unos límites bien claros y definidos. Pero el mundo que nos envuelve no es ni claro, ni definido, ni preciso. Más bien todo lo contrario. La deconstrucción, la desmaterialización a que hago referencia se tiene que entender como una descomposición líquida del edificio de la biblioteca. El edificio de la biblioteca tiene que dejar de ser un gran embalse lleno de agua, protegido y estable, bien cimentado y seguro donde todo el mundo puede hacer casi de todo (un espacio, no obstante, con fisuras y pérdidas y quizás con una falsa sensación de seguridad) para convertirse en unos pequeños charcos, a pie de calle, efímeros y temporales, simples y cercanos. La biblioteca, pues, también tiene que experimentar un cambio de identidad.8 Con más riesgo, pero quizás con más autenticidad. Y es que esta liquidez también canaliza una nueva forma de permanencia efímera, una intervención temporal, un escenario donde otras disciplinas ya experimentan con éxito y que disfruta de una reputación excelente. Además, se tienen que superar aun determinadas barreras mentales, culturales, sociales y profesionales que ponen en un plano inferior estas nuevas construcciones. Así se expresa Ignasi Bonet cuando dice que aun "hay en nuestro subconsciente la idea que el ocupante de una casa móvil es de alguna manera inferior a alguien que ocupa una casa edificada; estos artefactos desmontables y efímeros abren nuevas posibilidades y dan más libertad a los usos que pueden alojar. Creo que Jordi Borja piensa en esto cuando habla de conquistar nuevos ámbitos de la ciudadanía y de su espacio público con nuevos usos efímeros, que aparezcan puntualmente en nuestra vida diaria y que permitan superar aquella monumentalidad distante, en la cual a veces la cultura puede caer. Esta libertad de movimiento nos permite escapar del odioso parámetro ‘metro cuadrado construido’ (que son tan caros), cuando lo que nos interesa de verdad es hablar de megabytes de información, abrir nuevas ventanas a los flujos de información” (Bonet, 2005).Resultado de imagen de bibliotecas
Se puede incluso decir que estamos avanzando inexorablemente hacia la no-biblioteca. Hay que mantener evidentemente los mismos estándares de calidad también en este entorno líquido y extremadamente distribuido. No se tienen que crear tampoco bibliotecas precarias. No. Que sea efímero no nos tiene que hacer perder nunca la excelencia, ni el esmero por los máximos estándares, ni tampoco la dotación económica necesaria, ni mucho menos el personal técnico calificado necesario. Y detrás de esta no-biblioteca, deconstruida y desmaterializada, no hay por descontado ninguna voluntad de hacer marcha atrás ni de poner ningún tipo de freno… No hay nada eso. Evidentemente no se trataría de crear bibliotecas efímeras sin más, ni de desmontar el actual sistema bibliotecario (que, por otro lado, funciona en términos generales de forma excelente). Se trata simplemente de añadir una variable más en el engranaje bibliotecario en forma de nuevas posibilidades de edificios, y que se dé una alternativa diferente a las experiencias efímeras que ya se llevan desarrollando, basadas hasta el momento en la temporalidad y en la situación física de los usuarios (biblioplayas, bibliopiscinas, etc.), y no tanto en sus necesidades informativas, que son por definición atemporales y ubicuas, y también permanentes. En efecto, "de momento, en nuestro país, la mayoría de estos servicios han ido enfocados a ofrecer servicios temporales; en cambio, las iniciativas que ofrecen puntos de servicio permanentes y puntos de servicio eventuales son más escasas y el campo a explorar en este sentido es aún muy amplio” (Bonet; Omella; Vilagrosa, 2005b). Aún queda, pues, mucho camino por recorrer. La llave todo es cómo se puede compatibilizar de forma armónica y efectiva esta necesidad de permanencia con la necesidad de dar una respuesta coherente y profesional al mundo efímero que nos rodea.
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8 Conclusiones

Hemos visto como en poco menos de cien años las bibliotecas se han transformado de forma radical: han pasado de la herencia neoclásica de las primeras bibliotecas de la Mancomunitat a los espacios abiertos y funcionales propuestos por Gunnar Asplund y Alvar Aalto, para después experimentar una redefinición radical con la "forma” propuesta por Kahn en que cada espacio incorporaba una función determinada según sus usos pero siempre formando un conjunto armónico. Y ya con el cambio al siglo xxi, en Sendai se proponía una nueva biblioteca donde se incorporaban ya elementos digitales en su concepto, y que supuso la vanguardia de lo que posteriormente sería la biblioteca sin libros, para llegar finalmente a la desmaterialización del edificio de la biblioteca, y su descomposición en elementos minúsculos y autónomos. Escribir, pues, unas conclusiones sobre el futuro de los edificios bibliotecarios es sin duda, un ejercicio de riesgo. De riesgo, y también lleno de incertidumbres. La biblioteca es un edificio en continua transformación, y es quizás el edificio público que más cambios ha experimentado y ha sufrido en el último siglo. Y probablemente continuaremos viendo más transformaciones, unas transformaciones que han modificado de arriba abajo tanto su aspecto formal como su aspecto conceptual. En este artículo hemos visto cinco transformaciones que han llevado a la biblioteca a un estado en que probablemente muchos nosotros (profesionales y no profesionales) no habríamos sido capaces de imaginar ni tan sólo hace veinte años. Pienso que un futuro lleno de bibliotecas de guerrilla (Gil Solés, 2013), de dimensiones pequeñas, difusas y distribuidas en cada rincón de la ciudad, flexibles, líquidas, efímeras e, incluso, desmontables, persistentes, móviles y capaces de satisfacer las necesidades y ofrecer respuestas y soluciones en tiempo real. Los grandes centros, evidentemente, no dejarán nunca de existir (son, directamente, imprescindibles), pero el día a día creo que estará marcado por esta guerrilla bibliotecaria. El edificio de la biblioteca también tiene que adoptar de forma definitiva este estado de liquidez permanente que representa la guerrilla bibliotecaria, que le permite colonizar y estar presente de manera eficiente y eficaz en las calles, en las plazas de nuestras ciudades, en el corazón real y auténtico del espacio público colectivo y social, y así finalmente ser manera efectiva y afectiva un auténtico espacio pública, y no simplemente un espacio de transición o un tercer espacio.Resultado de imagen de bibliotecas
Además, por nuestra tradición latina, por nuestra situación geográfica y por el uso intensivo que damos al espacio público, parece inevitable que esta tendencia se acabe consolidando. "Parece lógico pensar, por tanto, que en los países de raíz latina, y especialmente en aquellos con clima mediterráneo donde la vida tiene lugar en gran parte al aire libre, la biblioteca puede hacer el salto a estos espacios comunitarios exteriores, los espacios públicos urbanos. Así mismo, si la hipótesis de una sinergia biblioteca-espacio público ya tiene sentido en cualquier urbe con una ciudadanía fuerte, ésta adquiere especial sentido en las ciudades mediterráneas, donde la tradición de la ocupación del espacio público por parte de la ciudadanía es un hecho histórico y claramente integrado en los hábitos cotidianos de sus habitantes” (Bonet; Omella; Vilagrosa, 2005a). Todo ello no es poco, pero son retos inmensos que tendremos que superar.

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Notas

1 Sobre el panopticismo me gusta recordar el proyecto nunca realizado de la Biblioteca del Rey, de Étienne-Louis Boullée de 1785, donde se ve una gran sala amplia y diáfana, sin obstáculos visuales. Evidentemente, el proyecto de Gunnar Asplund es radicalmente diferente de concebido por Boullé, pero el fondo y la filosofía de la sala circular de la Biblioteca de Estocolmo creo que es el mismo.
2 El 2013 se dio por terminada la restauración de la Biblioteca, empezada el año 1992, gracias a los esfuerzos del World Monuments Fund a través de World Monument Watch. Pueden ver un reportaje en Esakov (2017).
3También en palabras de Kahn: "El gabinete es una habitación dentro de la habitación… Quise hacer el gabinete asociado a la luz. Tiene su propia ventanita para que un hombre pueda regular la intimidad y la cantidad de luz que quiera” (Kohane, 1989, p. 117).
4Aunque pienso que con la Mediateca de Sendai empieza el siglo xxi en las bibliotecas, hay dos bibliotecas más que no quiero dejar de mencionar aunque sea brevemente, ya que también han representado un cambio sustancial de paradigma. La primera es la Biblioteca Pública de Seattle (obra del arquitecto Rem Koolhas del 2004), de la cual me interesa destacar dos conceptos: por un lado, la sensación de dinamismo, de movimiento y de flexibilidad, con programas funcionales internos no segregados por espacios, tan sólo hay un único programa capaz de acoger todo tipo de informaciones en todo tipo de soportes. Y por el otro, la "espiral de libros” continua por todo el edificio, con la que se presenta y se almacena todo el fondo, y que supera la típica compartimentación del fondo en diferentes salas. La segunda es la Biblioteca Enric Miralles de Palafolls (obra del estudio EMBT del 2007), con la que pienso que se inaugura en Cataluña el siglo xxi, ya que se propone concebir el edificio de una forma totalmente diferente a cómo se había hecho hasta entonces. "’Esto no es una biblioteca, ¡es otra cosa!’ me confirma que los arquitectos han conseguido lo que querían: el visitante no asocia el espacio de la Biblioteca de Palafolls con lo que hasta ahora categorizaba con la palabra biblioteca. Se ha explorado un nuevo camino, se ha ampliado el universo de lo que puede ser una biblioteca. Seguramente se ha ampliado el significado de esta palabra. O quizás es que a estos espacios les tendremos que nombrar de otra manera” (Bonet, 2010). Además, la Biblioteca de Palafolls incorpora aspectos de permeabilidad y de continuidad visual por todo el edificio, ya que desde prácticamente todo el espacio se pueden ver los puntos más alejados, haciendo que el espacio pueda fluir en todas direcciones, de la misma que manera que lo haría una estructura radial, aunque también se aprecia una secuencia lineal que permite una circulación sin interrupciones por toda la biblioteca (Biblioteca pública en…, 2015).
5Siguiendo la voluntad de cambio, el mismo Ito continua hablando en el artículo de la redefinición que había de suponer la Mediateca a partir de la incorporación masiva tanto de la informática como de los nuevos horizontes que se podían prever con la llegada de la digitalización de los fondos: "(…) La Mediateca tenía que encontrar la manera de redefinir la biblioteca y el museo de arte –formas institucionales que han permanecido básicamente inalteradas durante un siglo- mediante la incorporación de nuevos recursos informáticos (…)” (Ito, 2001.
6La transformación digital del edificio de las bibliotecas no solamente tiene lugar en los mismos edificios. También son vectores de cambio en paralelo iniciativas como por ejemplo el GEPA, almacenes donde se conservan documentos de bajo uso que ya no se utilizan en las bibliotecas y que ocupan espacio: "El GEPA (Garantía de Espacio para la Preservación del Acceso) es un almacén cooperativo para conservar los documentos que bajo uso garantizando su preservación futura y la accesibilidad inmediata cuando alguna biblioteca lo necesite” (Anglada i de Ferrer; Balaguer i Linares, 2011).
7En la web de la artista podemos leer una completa descripción de las motivaciones, la orientación, la filosofía y los objetivos que ha querida dar a su obra. Está en portugués, pero pienso que se entiende suficientemente bien: "Esta obra é uma biblioteca de 60 livros que se apresenta como uma bússola de reflexão sobre o tema Um Dois e Muitos. Vinte pessoas foram convidadas a escolher três livros: um relativo ao Um, outro relativo ao Dois e um outro relativo ao Muitos. (…) Há na criação desta biblioteca um desejo de manifesto: de criar uma pequena biblioteca que se apresenta como uma forma (utópica?) de orientação colectiva. Avistamos que o futuro passa por pequenos acontecimentos, vivências, que nos contam mais sobre o caminho a seguir do que as ideologias que conhecemos. Por onde reconstruir a história? Como redesenhar e recriar ligações de afecto com o mundo em que vivemos? A utopia estará hoje nestas propostas de vivências partilháveis? É aí que situo a biblioteca Um Dois e Muitos. (…) A definição de apenas sessenta livros deve-se precisamente ao desejo de uma escala que permita um trabalho efectivo – possível – de relação entre as pessoas e as leituras propostas. Criando uma 'estante para a comunidade' passando do espaço íntimo da biblioteca privada para o espaço público, crio uma tarefa para e com a comunidade, uma partilha do conhecimento e da vida. (…) Instruções de uso: A cabana de leitura é para ser usada por uma pessoa de cada vez. Os livros podem ser lidos na cabana ou requisitados junto da entidade que acolhe o projecto. A partilha desta biblioteca itinerante cria uma comunidade composta pelas pessoas que escreveram os livros, pelas que os escolheram e as que os lerão por onde esta biblioteca passar" (Wengorovius, 2017).
8 Se hace inevitable hablar aquí de Zygmunt Bauman y su teoría de la modernidad líquida. Bauman defiende de hecho "la búsqueda de la identidad como una tarea y una responsabilidad vital del sujeto. (…) En la modernidad líquida las identidades son parecidas a costra volcánica que se endurece, se vuelve a fundir y cambia constantemente de forma. Parecen estables desde un punto de vista externo, pero en ser miradas por el mismo sujeto muestran su fragilidad y su desgarramiento constantes (…). En la modernidad líquida es necesario hacerse con una identidad flexible y versátil que haga frente a las diferentes mutaciones a las cuales el sujeto tiene que enfrentarse a lo largo de su vida” (Morillas, 2014). Esta cita continua teniendo sentido y plena validez si cambiamos sujeto por biblioteca.Resultado de imagen de bibliotecas